REP. MARJÉS El Adelanto (12/08/2010) enlace a Noticia Web
La asociación de mayores Nuestra Señora de la Misericordia de El Cabaco se ha sumado en los últimos días a las celebraciones anuales que tienen lugar en el mes de agosto. Así, el pasado sábado, día 7, fue la jornada elegida por esta agrupación para celebrar un día de confraternización, como ellos mismos lo llamaron.Esta jornada, que se desarrolló en su totalidad en el merendero de La Dehesa, se inició con una celebración eucarística, en la que se realizó un recuerdo especial a los socios fallecidos desde la última fiesta (Daniel Hernández García, que murió en noviembre; Celestino Sánchez Domínguez, que los dejó en enero; y Máximo López Sánchez, que falleció en el mes de junio).La misa estuvo seguida por la entrega de placas-homenaje a dos de los socios mayores, que en esta ocasión han sido Ángel González Hernández, nacido el 8 de agosto de 1924, y Antolina Sánchez Montero, que nació el 17 de julio de 1923.Ambos socios estuvieron acompañados por parte de su familia. Ángel González tiene 7 hijos (que residen en Barcelona, Asturias, Málaga, Burgos y Salamanca), 6 nietos y 8 bisnietos, algunos de los cuales estuvieron junto a él. Por su parte Antolina Sánchez tiene dos hijos y tres nietos.Celebrado este acto, que fue de los más emotivos de la jornada, llegó el momento de charlar y reunirse entre los amigos, hasta la llegada de la comida, que también tuvo lugar en el merendero y que fue preparada por los miembros de la junta directiva, a cuya cabeza se encuentra Antolín Calvilla Mateos.
A esta comida de confraternidad asistieron 115 socios de los 153 con los que cuenta la agrupación, mientras que otros nueve recibieron la comida en su domicilio al no poderse desplazar hasta el área recreativa. En total se sirvieron 126 comidas, ya que la asociación tuvo dos invitados. El menú estuvo formado por entremeses, cordero asado con ensalada, pan y bebidas (vino, gaseosa y agua) y de postre, flan y helado.Por la tarde, la fiesta continuó con lo que el presidente llamó La hora del guateque guay, en la que cada persona pudo intervenir, bien cantando canciones, contando chistes o historias. El resto de la tarde se dejó libre para que cada uno pasara el tiempo como quisiera: jugando a las cartas, paseando, charlando...
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